Aloma no encaja en los moldes. No es complaciente, no busca agradar y no espera permiso para actuar. Su oficio —el periodismo— le sirve de excusa para meterse donde no la llaman, pero su motivación va mucho más allá de una buena exclusiva. En un mundo diseñado para que las mujeres callen o pasen desapercibidas, Aloma incomoda, desarma, revienta estructuras. Esta vez, su instinto la lleva a descubrir una verdad enterrada durante siglos, custodiada por quienes manejan los hilos desde las sombras.
En esta segunda entrega, más madura, más directa y con un tono aún más mordaz, Aloma demuestra que la aventura no necesita héroes de manual. Solo hace falta alguien que no tenga miedo de mirar de frente a la mentira.